lunes, 9 de marzo de 2009

Acerca de los mandatos femeninos y los mitos machistas





A pesar de lo avanzadas que se piense que estamos las mujeres en esta época hay ciertos mandatos de los que no podemos desprendernos. Casarnos y tener hijos es el más básico.


El otro gran mandato es el estético. Actualmente el modelo (aunque nos resistamos y lo neguemos) es el de las "tetas y el culo". Cada vez que voy al dentista, veo revistas en las que hay "chicas" en posiciones imposibles (siempre está de primer plano el culo), que opinan como si de verdad pensaran con el culo. Muy raro.


Este modelo es el que hace que por ejemplo el año pasado hayan aumentado en un 40% las operaciones de implantes de mamas. Más cantidades de dinero en gimnasios, cremas que levantan, sacrificios dietéticos, lencería que engaña, ropa, cosméticos, masajes, etc. Y no estoy hablando de gente de alto poder adquisitivo, sino de chicas comunes que hacen lo que sea para llegar al corpiño de talle 100.


Frente a todo este gasto económico y energético que describí someramente, del otro lado del mostrador impera la más indignante Impunidad Estética Masculina (IEM).

En los últimos tiempos parece ser que el modelo a seguir por los varones que se resistieron al metrosexual fue Homero Simpson. Lo que provocó una invasión de gordos en bermuditas en distintos modelos (con bolsillitos, con cierres, de jean, a cuadritos (!) y las peores de todas: caqui con cinturón y mocasines al estilo de los púberes de los años '50s).


A veces pienso que mientras se dejan crecer la panza abajo de la almohada les aparece por arte de magia una bermudita, porque parecen ser cosas inseparables: Panza y bermudas.

Generalmente son de tiro bajo, con lo cual, cada vez que se agachan (además de las piernas peludas y chuecas) nos regalan la visión de un culo desagrable y peludo.


Este espectáculo es justificado ampliamente con la creación de un nuevo mito masculino:

"Las bermudas son más frescas".

Muy bien.

Nadie sabe tan bien como una mujer lo que es el sufrimiento por la apariencia. Depilaciones, maquillajes, horas en la peluquería, zapatos incómodos. Nadie va a convencerme que un poco de pantorrilla al descubierto es "más fresco". Yo uso pantalones, calzas, polleras (largas y cortas), capri, pescadores, bermudas y estoy autorizada a decir que no son más frescas. Es mucho más fresco un pantalón amplio que una bermuda.

Me provoca una gran indignación pensar qué pasaría si un día las mujeres decidiéramos dejar de gastar en mejorar nuestra apariencia e invertir ese dinero en todos los postres que se nos dé la gana y anduviéramos por ahí con minifalda y top, sin peinados, sin rouge ni rimmel y con pelos en las piernas y los sobacos. Ni siquiera podríamos conseguir la mini y el top tan fácilmente, porque con apenas una apariencia que no se adecue a la anorexia que nos imponen los fabricantes, muchos modelitos sólo podemos mirarlos con la ñata contra el vidrio.

Por eso la IEM es tan machista. El equivalente femenino para la IEM, simplemente no existe, y lo sabe cualquier chica gordita. Frente al bombardeo de mandatos estéticos que sufrimos a diario las mujeres, los hombres pasean con impunidad sus embarazos cerveceros de 8 meses, sin ningún conflicto.

No hay propagandas de postres dietéticos para hombres, aunque es más que obvio que los necesitan. No hay dietas mágicas en las revistas de fútbol ni en Playboy para los panzones. Y por supuesto, ellos no tienen problemas para conseguir esas bermuditas espantosas en cualquier talle.

Los accesorios que acompañan las bermudas merecen un capítulo aparte (gorritos con viceras, pulseritas y nombres tatuados con letras góticas).

Y si bien la IEM abarca todas las edades, arrecia en los cuarentones. Y no me vengan con que después de los 40 todos los hombres se ponen panzones y pelados y demás.

Johnny Depp tiene 45. Y Clint Eastwood va para los 80 e inspiró a Marta Dillon en una nota que pueden ver en el suplemento Radar del 8 de marzo: "Clíntoris".

La IEM es arremetida machista de la peor y no hay que soportarla. Que larguen la cerveza, y se pongan los pantalones largos que ya están grandes. Que sufran como nosotras. Que coman esos yogures asquerosos que nos venden todo el tiempo por la tele. No es que tengan que ser metrosexuales ni apolíneos, pero convengamos: Ningún supermacho tendría ese aspecto.

Así como las que no somos perfectas, nos preocupamos lo suficiente para ser agradables, incluso con rollos y arrugas, es casi una cuestión de respeto hacer lo mismo. Ninguna mujer tendría las mismas posiblidades de conseguir un trabajo, una pareja o una vida normal si se transformara en un equivalente del impune estético masculino.

No es justo.

Ni hablar de lo que descendería la tasa de natalidad, ¿no?

5 comentarios:

  1. ajajajjajjjja Total!!!
    No entiendo esa manía de disfrazarse de niño pegado a la teta de la madre, ese uso de short y bermudas, muestra un infantilismo patético y con alma vieja ¡puaj! cada día me cae más mal Homero Simpsons, por el daño que ha provocado en la fauna masculina.

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  2. Yo creo que podrían cambiar de paradigma. Qué tal un superhéroe?

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  3. Muy bien!, ahora vamos a desmitificar los eructos y los pedos! No es gracioso, no los hace m{as hombres, sino es simplemente asqueroso tirarse pdo y eructar. Basta de IEM, arriba el criterio!
    La villana

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  4. totalmente de acuerdo por eso me separe de mi ex se habia convertido en homero!! como vas a tener ganas de sexo con eso?? Pedos, eruptos, bermudas y ojotas, a y metio 86 kg en un metro sesenta!!!! euchi

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  5. me olvidaba!!! te hice caso ultimarebelde... a homero lo cambie por un superheroe carne fresca 90 kg de musculo en un metro ochenta y pico.... que al gordito se lo coma otra ja ja ja euchi

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